La cantidad de trabajadores en Rappi se triplicó mientras los ingresos reales se hunden. La economía empuja a miles a pedalear más horas por menos plata, en un ecosistema sin derechos ni protección.
La economía argentina dejó otra postal dura del impacto de la recesión sobre el trabajo: en apenas un año, la cantidad de repartidores activos de Rappi creció 252%. Pasaron de 40 mil a más de 150 mil personas, un salto histórico que no responde a mayor consumo, sino al derrumbe del empleo registrado y a la desesperación por obtener ingresos en un contexto donde cada vez más familias quedan fuera del mercado laboral formal.
Los datos del último Índice Rappi funcionan como un espejo incómodo: mientras se destruyen puestos de calidad, las plataformas absorben mano de obra a mansalva. Como en los años 90 —cuando la crisis disparó la explosión de remises—, hoy el delivery aparece como un salvavidas precario para quienes quedan excluidos del sistema tradicional.
Más repartidores, menos ingresos: la paradoja del “boom digital”
El informe también muestra el lado menos visible: a medida que crece el ejército de repartidores, el ingreso individual se derrumba. El valor de los pedidos solo aumentó un 21% interanual frente a una inflación del 24,5%, lo que significa una caída real del ticket promedio. Los usuarios gastan menos y las comisiones se diluyen.
Con más repartidores compitiendo por la misma cantidad de pedidos —o incluso menos—, los ingresos se pulverizan. Quienes recorren las calles cargan el costo: jornadas más largas, pagos más variables y ausencia total de protección laboral. Las organizaciones de trabajadores lo advierten desde hace tiempo: el “crecimiento” del sector es, en realidad, la precariedad multiplicada.
El Índice Rappi: números que encienden alarmas
Según la propia empresa, 151.874 repartidores realizaron al menos un pedido en el último año, frente a los 43.048 del período previo. Las órdenes crecieron 29,3% y la cantidad de comercios activos, 39%. Pero la caída del ticket real desmonta el relato de progreso: el volumen crece, la torta no.
El resultado es lineal: los ingresos individuales se achican. Ninguna cobertura social, cero respaldo ante accidentes y absoluta inestabilidad económica. Un ecosistema donde el riesgo siempre queda del lado del repartidor.
Costo de vida al alza: el delivery no llega a fin de mes
El propio índice ofrece un termómetro brutal del contexto inflacionario que enfrentan los trabajadores:
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Docena de empanadas: $30.000
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Kilo de helado: $20.900
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Pizza grande de muzzarella: $18.500
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Combo de hamburguesa: $15.700
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Docena de medialunas: $14.850
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Palta (Rappi Turbo): $750
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Banana (Rappi Turbo): $399
Mientras el costo de vida vuela, el ingreso por pedido se achica. La receta es conocida: más horas de trabajo para ganar lo mismo… o incluso menos.
Milei, la crisis empresarial y las apps como amortiguador social
En el marco del modelo económico impulsado por Javier Milei, las plataformas funcionan como un “amortiguador silencioso” de la crisis productiva. Con empresas cerrando y empleos registrados desplomándose, miles de personas encuentran en Rappi un ingreso inmediato —aunque sin derechos ni garantías.
Entre noviembre de 2023 y agosto de 2025, el Centro de Economía Política Argentina (CEPA) registró la caída de empleadores con personal registrado: de 512.357 a 493.193. Son 19.164 empresas menos: casi 30 cierres por día.
Los rubros más golpeados:
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Transporte y almacenamiento: -4.685
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Comercio y reparación de vehículos: -3.510
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Servicios inmobiliarios: -2.952
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Servicios profesionales, científicos y técnicos: -2.053
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Industria manufacturera: -1.974
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Construcción: -1.790
Traducido: menos empresas, menos trabajo de calidad.
El derrumbe del empleo formal
En el mismo período, los trabajadores registrados cayeron 2,81%, lo que equivale a 276.624 empleos menos. Desde la asunción de Milei, el país pierde más de 432 trabajadores formales por día.
Ese vacío lo absorben las apps. Bicicletas, motos y monopatines vuelven a ser el último refugio: trabajo hiperflexible para sobrevivir, con ingresos que apenas cubren lo básico.
¿Nueva economía o precarización disfrazada?
El crecimiento explosivo de Rappi no es solo un fenómeno empresarial: reactiva un debate profundo sobre qué tipo de empleo está ganando terreno en la Argentina. En un país donde el trabajo formal retrocede y los salarios pierden contra la inflación, el boom de repartidores plantea una pregunta incómoda:
¿Esto es el futuro del trabajo o la precariedad maquillada de modernidad?
El índice muestra actividad, sí. Pero también revela una realidad cruda: miles de personas sostienen la crisis con su propia fuerza laboral, sin las garantías que históricamente definieron a un empleo.