A semanas de Navidad y Año Nuevo —cuando usualmente la demanda se dispara— Mondelez sorprendió al anunciar un parate total de su planta en General Pacheco, en Tigre, desde el 14 de diciembre hasta el 5 de enero. Serán 21 días sin producción, una medida inédita para una de las compañías alimenticias más grandes del país. La noticia sacudió al sector y dejó en alerta a unos 2.300 trabajadores, que ven en esta decisión un síntoma claro del deterioro del mercado interno.

La empresa atribuyó el freno a un exceso de stock producto de la abrupta caída de ventas registrada durante 2024. Los delegados lo confirman con un dato elocuente: una baja cercana a 13 mil toneladas respecto del año anterior. Con depósitos desbordados y mayoristas que dejaron de comprar, seguir produciendo dejó de tener sentido económico.

Para los trabajadores, el parate llega en el peor momento: en un año atravesado por pérdida del poder adquisitivo, inflación persistente y consumo en retroceso, esta decisión es otro golpe a sus expectativas de fin de año.

Vacaciones, licencias y tareas sin producción

Para evitar suspensiones sin pago, la empresa acordó con el Sindicato de la Alimentación (STIA) un esquema mixto: una semana de vacaciones al 100% y otra de licencia paga. Más de 1.300 empleados ya se inscribieron. Quienes no adhieran deberán presentarse para tareas menores —limpieza o mantenimiento— sin actividad productiva.

Mondelez garantizó el salario de diciembre, el bono de fin de año y beneficios tradicionales como un voucher para la proveeduría interna. Sin embargo, la incertidumbre crece. Los delegados advierten que el verdadero riesgo aparecerá cuando la planta retome el ritmo normal: “Si en marzo no se recupera la demanda, esto puede terminar en suspensiones o despidos”, advierten desde adentro.

Un hecho inédito que refleja la profundidad de la crisis

La empresa nunca había detenido por completo su producción por falta de consumo. Que un gigante del sector alimenticio tome una decisión así refleja la magnitud de la recesión que golpea al país. Si una firma con marcas líderes y capacidad instalada de primer nivel siente la presión, el panorama para empresas medianas y pequeñas resulta aún más delicado.

En la industria ya se ven señales similares: suspensiones en plantas textiles, metalúrgicas, autopartistas y otras alimenticias. Georgalos —referente clásico de la temporada navideña— también aplicó recortes temporarios por la baja sostenida de ventas.

La combinación de inflación persistente, salarios deteriorados, caída del consumo y mayor apertura importadora está achicando el mercado interno a pasos acelerados. El freno en Mondelez aparece como el síntoma más contundente de un problema que atraviesa a toda la economía real.

Mirada hacia 2026: más dudas que certezas

Con la planta detenida hasta enero, la compañía prevé retomar su actividad en 2026. Pero entre los trabajadores domina la desconfianza: pocos creen que el consumo repunte rápidamente. El temor es que lo que hoy se presenta como una pausa termine siendo el anticipo de un ajuste más profundo.

Si las ventas no mejoran, nadie descarta suspensiones prolongadas, recorte de turnos o una reducción de personal. Para los 2.300 trabajadores, ese escenario ya dejó de ser hipotético.

El caso Mondelez —una empresa estable, histórica y con enorme presencia en el mercado— desnuda el estado crítico del consumo interno y demuestra que la recesión no golpea solo a los márgenes: está afectando al corazón de la industria alimenticia argentina.