La elección en la Ciudad dejó una postal inédita: el libertario Manuel Adorni desplazó al histórico oficialismo PRO y selló el avance de Javier Milei sobre el último bastión macrista. Baja participación, crisis de representación y una campaña nacionalizada marcaron un resultado que va mucho más allá de las bancas.
La Ciudad de Buenos Aires vivió una elección legislativa con una combinación explosiva: voto electrónico express, participación en caída libre y un resultado que confirma la creciente colonización libertaria del aparato estatal. Manuel Adorni, el vocero presidencial devenido candidato, se impuso con el 30,13 % de los votos, desplazando al PRO del primer lugar por primera vez en dos décadas. El dato político de la jornada no fue solo su victoria, sino el avance estratégico de Javier Milei sobre uno de los últimos territorios simbólicos del macrismo.
Leandro Santoro, de Es Ahora Buenos Aires, quedó en segundo lugar con el 27,35 %, mientras que Silvia Lospennato, del PRO, apenas cosechó el 15,93 %. “No son los resultados que esperábamos”, admitió sin rodeos. El naufragio del macrismo porteño fue evidente, y la derrota no vino del kirchnerismo, sino del espacio que dice combatir al Estado desde el mismísimo Estado.
Fin de ciclo en la Ciudad: Milei arrasa con el macrismo
La elección marcó un antes y un después. Leandro Santoro, el segundo más votado, lo sintetizó: “Se ha cerrado un ciclo, el del abandono”. La frase, dirigida al PRO, sonó más como epitafio que como análisis. Y tenía razón: el oficialismo local quedó tercero, humillado por un Milei que usó la elección como escenario para su guerra personal contra Mauricio Macri.
El reparto de bancas en la Legislatura porteña deja a La Libertad Avanza como primera fuerza con 11 lugares, seguida por Es Ahora Buenos Aires con 10. El PRO, disperso en alianzas como Buenos Aires Primero (5 bancas) y Volvamos Buenos Aires (3 bancas), quedó relegado. El Frente de Izquierda logró apenas una banca.
Un electorado desganado y una campaña nacionalizada
Más allá de los números, el clima fue sombrío. La participación fue apenas del 53,27 %, más de 20 puntos menos que en las elecciones generales de 2023 y 17 puntos por debajo de las legislativas de 2021. La apatía ciudadana habla de una sociedad desmovilizada, harta y desconfiada. Un terreno fértil para el discurso anti-política que Milei supo capitalizar.
Y no fue casualidad. Desde el primer momento, la Casa Rosada nacionalizó la campaña. El propio presidente convirtió la elección en una especie de plebiscito personal. Su apuesta fue clara: arrebatarle el control simbólico de la Ciudad a Mauricio Macri y consolidar su proyecto libertario como única opción viable dentro de la derecha.
Milei vs. Macri: guerra sin tregua
En ese marco, no sorprendió la escalada de tensión entre ambos líderes. Un video falso generado con inteligencia artificial —donde se simulaba a Macri apoyando a Adorni— sirvió de excusa para nuevos cruces. El expresidente denunció una operación “burda”, mientras Milei, lejos de despegarse, ridiculizó a su exsocio por “no entender los chistes de las redes”.
Pero más allá de las anécdotas digitales, lo cierto es que Milei logró lo que parecía impensado hace apenas un año: desplazar al macrismo del centro de gravedad porteño. La “libertad” avanza, sí, pero sobre los escombros de sus antiguos aliados.
¿Y qué viene ahora?
Los mercados financieros —que observan a Milei con una mezcla de cautela e ilusión— empezaron a preguntarse si este resultado reconfigura el tablero para 2026. El oficialismo apuesta a un escenario con inflación a la baja y dólar planchado para empujar las reformas estructurales que no pudo aprobar en 2024: laboral, previsional y tributaria.
El problema es que, más allá de los números, el modelo libertario sigue mostrando su esencia autoritaria: concentración de poder, eliminación de controles y desprecio por los equilibrios institucionales. La elección en la Ciudad es solo un capítulo más del experimento Milei, que avanza sin límites mientras la oposición se deshace entre viejas estructuras, egos y estrategias fallidas.