Mientras crece el turismo en dólares y el consumo de lujo, la mitad de los argentinos no llega a fin de mes. La inflación baja, pero la pobreza cotidiana se profundiza.
Aunque la inflación muestra una tendencia descendente y los indicadores macroeconómicos empiezan a exhibir signos de “recuperación”, la realidad de la mayoría de los argentinos va en la dirección opuesta. Un informe reciente de la consultora Moiguer revela que el país vive un fenómeno de fractura económica: mientras una parte de la población recorta alimentos, otra viaja al exterior y compra en dólares.
El estudio, titulado “La Argentina ‘pesificada’ versus la Argentina ‘dolarizada’”, expone con crudeza el contraste: el 50% de los hogares no logra cubrir sus necesidades básicas y un 30% debe resignar consumos esenciales para pagar servicios. Al mismo tiempo, un 23% de los argentinos compra dólares con regularidad y un 11% realiza compras en el exterior. La brecha no solo es de ingresos: es de estilos de vida, de horizontes posibles, de país.
“La recuperación no es para todos”, resumen los analistas. Mientras el consumo de bienes esenciales está estancado o en retroceso, aumentan las ventas de productos importados, de alta gama y, sobre todo, el turismo internacional. Los aeropuertos desbordan. Las góndolas, no tanto.
La consultora advierte que las empresas ya se adaptaron a esta Argentina partida. A los sectores más acomodados se les ofrecen servicios y productos fuera del país; para los sectores bajos, descuentos, cuotas y promociones. “El ingreso disponible ya no depende solo del salario, sino de la moneda en la que se vive”, explican.
Moiguer también presenta un radiografía de los ingresos por nivel socioeconómico, revelando una pirámide distorsionada:
🔸 Clase baja (50% de la población)
🔸 Clase media (44%)
-
26% hasta $1.564.000
-
18% hasta $3.122.836
🔸 Clase alta (6%)
La conclusión es tan clara como preocupante: la Argentina que se perfila es una donde “mejora la percepción de la inflación, pero los ingresos siguen por el piso”. El consumo masivo no repunta porque la mitad del país ya no tiene margen para gastar. La economía crece por sectores que no generan empleo, mientras los asalariados pierden poder adquisitivo mes a mes.
El país de los récords de turismo convive con el país de la heladera vacía. Y entre ambos, una grieta más profunda que la política: la del acceso a una vida digna.
Fuente Grupo La Provincia